Los
Virus
"Virus"
significa "jugo venenoso". Los virus, a diferencia de las bacterias,
no son células, están formados de la misma sustancia que el núcleo
celular, el ADN.
Los virus están formados por una
región central de ácido nucleico,
DNA o RNA, rodeado por una cubierta de proteína o cápside y, en
algunos casos, por una envoltura lipoproteica.Se reproducen solamente dentro de las células vivas, apoderándose de las enzimas y de la maquinaria biosintética de sus hospedadores. Sin esta maquinaria, serían tan inertes como cualquier otra macromolécula, o sea, sin vida según la mayoría de los criterios.
Son muy diminutos, de 20 a 500 milimicras, y muchos de ellos no se han podido ver ni en el microscopio electrónico… pero vemos sus efectos: poliomielitis, Sida, rabia, sarampión, varicela, viruela, encefalitis, tracoma, herpes, gripe, fiebre amarilla.
Propagación
Los
virus se propagan pasando de una persona a otra, causando así nuevos
casos de la enfermedad. Muchos de ellos, como los responsables de la
gripe y el sarampión, se transmiten por vía respiratoria, debido a
su difusión en las gotículas que las personas infectadas emiten al
toser y estornudar. Otros, como los que causan diarrea, se propagan
por la vía oral-fecal. En otros casos, la propagación se realiza a
través de la picadura de insectos, como en el caso de la fiebre
amarilla y de los arbovirus. Las enfermedades virales pueden ser
endémicas (propias de una zona), que afectan a las personas
susceptibles, o epidémicas, que aparecen en grandes oleadas y atacan
a gran parte de la población. Un ejemplo de epidemia es la aparición
de la gripe en todo el mundo, casi siempre, una vez al año.
El
Virus de la Rubeola
La
rubeola
es una enfermedad infecciosa, causada por el virus de la rubeola; un
virus de ARN perteneciente al género Rubivirus de la Familia
Togaviridae. Sólo al ser contraída por la madre durante el
embarazo, supone una grave amenaza para el feto; con abortos
espontáneos en el 20% de los casos. Se caracteriza por una erupción
en la piel, la inflamación de las glándulas y, especialmente en los
adultos, dolores en las articulaciones. Por lo general la erupción
en la piel dura unos tres días y puede presentarse acompañada de
una ligera fiebre. Hasta la mitad de las personas afectadas no
presenta ningún síntoma en absoluto.
Diagnostico
El
diagnóstico de la rubeola es difícil ya que las erupciones en la
piel suelen ser poco intensas y de escasa duración. No obstante, se
puede conocer mediante un análisis de sangre (serología) si la
persona ya ha padecido la enfermedad y por tanto es inmune. Uno de
los principales exámenes de laboratorio que se realizan son IgM e
IgG. y la prueba del hemograma y células E positivas.
Tratamiento
No
existe un tratamiento específico para la rubeola. La actuación de
los especialistas durante la enfermedad suele centrarse en el control
de los síntomas y va dirigida a mitigar la fiebre y el malestar
general, como si se tratara de un proceso gripal. Se recomienda
reposo y el aislamiento del paciente para evitar nuevos contagios.
Hay que acudir al pediatra si el niño con rubeola respira con
dificultad o la tos dura más de cuatro o cinco días. Se administran
antibióticos en caso de infecciones bacterianas (otitis o neumonía).
Normalmente,
los síntomas son tratados con paracetamol hasta que la enfermedad
termina por desaparecer. Sin embargo, no hay tratamientos disponibles
para la rubeola congénita.
Prevención
La
vacuna triple vírica (MMR), que protege frente a la rubeola, el
sarampión y las paperas, se muestra eficaz y segura en casi la
totalidad de las personas a las que se le administra. La cantidad de
casos ha disminuido desde que se desarrolló una vacuna en 1969, pero
la disminución de la cantidad de personas que tomaron la vacuna MMR
(por ejemplo, en países como el Reino Unido), dan lugar a un posible
aumento en la incidencia de la enfermedad. Es una vacuna combinada
que se recomienda en la niñez. Es aconsejable administrar la primera
dosis cuando el niño cumple 15 meses, en alguno países se inicia la
inmunización a los 12 meses de edad, aunque en algunos casos no
proporciona la inmunidad adecuada, por lo que se suele facilitar una
segunda dosis antes de la escolarización (entre los cuatro y los
seis años) o antes de la adolescencia (entre los once y los trece
años). En cualquier caso, también se recomienda la vacunación en
personas adultas que no recibieron la inmunización durante la
infancia.
Síntomas
En los niños, por lo general la enfermedad es leve, con síntomas que incluyen erupción cutánea, fiebre poco intensa (<39 °C), náuseas y conjuntivitis leve. El exantema, que se observa en el 50% al 80% de los casos, habitualmente comienza en la cara y el cuello antes de progresar hacia los pies, y permanece de 1 a 3 días. La inflamación de los ganglios linfáticos en la parte posterior de las orejas y el cuello es la característica clínica más saliente. Los adultos infectados, con mayor frecuencia mujeres, pueden padecer artritis y dolores articulares, por lo general de 3 a 10 días.
Una vez
que se contrae la infección, el virus de disemina por todo el
organismo en aproximadamente 5 o 7 días. Habitualmente, los síntomas
aparecen de dos a tres semanas después de la exposición. El periodo
más contagioso por lo general es de 1 a 5 días después de la
aparición del exantema.
Cuando
el virus de la rubeola infecta a una mujer embarazada en las primeras
etapas del embarazo, la probabilidad de que la mujer transmita el
virus al feto es del 90%. Esto puede provocar aborto espontáneo,
nacimiento muerto o defectos congénitos graves en la forma del
síndrome de rubeola congénita. Los lactantes con el síndrome de
rubeola congénita pueden excretar el virus durante un año o más.
La
vacuna contra la rubeola contiene una cepa de virus vivo atenuado que
se ha utilizado durante más de 40 años. Una sola dosis de vacuna
confiere un nivel de inmunidad a largo plazo superior al 95%, que es
similar al que genera la infección natural.
Las
vacunas contra la rubeola están disponibles en preparaciones
monovalentes (vacuna dirigida solo a un patógeno) o, más
frecuentemente, en combinación con otras vacunas, como las vacunas
combinadas contra el sarampión y la rubeola, contra el sarampión,
la parotiditis y la rubeola o contra la rubeola, el sarampión, la
parotiditis y la varicela.
Las
reacciones adversas a la vacuna por lo general son leves. Pueden
consistir en dolor y enrojecimiento en el sitio de la inyección,
fiebre leve, exantema y dolores musculares. En las campañas masivas
de vacunación en la Región de las Américas, que abarcaron a más
de 250 millones de adolescentes y adultos, no se detectaron
reacciones adversas graves asociadas con la vacuna.
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