jueves, 9 de abril de 2015

Riesgos del turismo




Riesgos:

El riesgo percibido tiene un papel relevante en el proceso de decisión de compra/consumo y se comprueba en diversos estudios que esta variable posee una interrelación con las emociones vividas en el consumo de servicios. Este artículo tiene como propósito interpretar el uso de las estrategias de reducción de riesgos y el involucramiento emocional de los consumidores de turismo aventura. Es una investigación cualitativa e interpretativa, en la cual se utiliza el análisis del discurso a nivel semántico-pragmático como método de análisis de los datos. Los mismos fueron recolectados a través de entrevistas realizadas con 32 consumidores que estaban practicando actividades de turismo aventura en los municipios de Brotas y Boituva, en el Estado de São Paulo.

Cuidado con la epilepsia.
Si tienes crisis epilépticas es muy importante que no olvides seguir con tu medicación, como recomienda la Sociedad Española de Neurología. El estrés del viaje hace que algunos pacientes dejen de tomar el tratamiento o que consuman alcohol o drogas, lo que puede provocar una crisis durante el vuelo.


Evitar el síndrome de la clase turista
Una de cada cuatro personas que se va de vacaciones viaja en avión. Para evitar el síndrome de la clase turista, que puede acarrear problemas circulatorios como la trombosis, conviene seguir una serie de precauciones, especialmente si el viajero tiene alguna enfermedad crónica o está siguiendo un tratamiento farmacológico.

Falta de agua.
-Insuficiente abasto de agua.
-Insuficiencia en los servicios

Catástrofes naturales.
-Huracanes, Tornados, fenómeno El Niño.
-Inundaciones.
-Penetraciones del mar.
-Derrumbes.
-Evacuaciones.
-Deterioro del paisaje.

Incendios.
-Extensas áreas de recursos forestales.
-Intensas sequías.
-Irresponsabilidad del ser humano.
-Deterioro del paisaje.
-Contaminación del aire

Accidentes
-Continua circulación de vehículos.
- Deterioro de las vías de acceso.
-Lesiones físicas leves y/o graves.

Virus y La Rubeola


Los Virus

"Virus" significa "jugo venenoso". Los virus, a diferencia de las bacterias, no son células, están formados de la misma sustancia que el núcleo celular, el ADN.
Los virus están formados por una región central de ácido nucleico, DNA o RNA, rodeado por una cubierta de proteína o cápside y, en algunos casos, por una envoltura lipoproteica.
  Se reproducen solamente dentro de las células vivas, apoderándose de las enzimas y de la maquinaria biosintética de sus hospedadores. Sin esta maquinaria, serían tan inertes como cualquier otra macromolécula, o sea, sin vida según la mayoría de los criterios.
  Son muy diminutos, de 20 a 500 milimicras, y muchos de ellos no se han podido ver ni en el microscopio electrónico… pero vemos sus efectos: poliomielitis, Sida, rabia, sarampión, varicela, viruela, encefalitis, tracoma, herpes, gripe, fiebre amarilla.

Propagación

Los virus se propagan pasando de una persona a otra, causando así nuevos casos de la enfermedad. Muchos de ellos, como los responsables de la gripe y el sarampión, se transmiten por vía respiratoria, debido a su difusión en las gotículas que las personas infectadas emiten al toser y estornudar. Otros, como los que causan diarrea, se propagan por la vía oral-fecal. En otros casos, la propagación se realiza a través de la picadura de insectos, como en el caso de la fiebre amarilla y de los arbovirus. Las enfermedades virales pueden ser endémicas (propias de una zona), que afectan a las personas susceptibles, o epidémicas, que aparecen en grandes oleadas y atacan a gran parte de la población. Un ejemplo de epidemia es la aparición de la gripe en todo el mundo, casi siempre, una vez al año.

El Virus de la Rubeola



La rubeola es una enfermedad infecciosa, causada por el virus de la rubeola; un virus de ARN perteneciente al género Rubivirus de la Familia Togaviridae. Sólo al ser contraída por la madre durante el embarazo, supone una grave amenaza para el feto; con abortos espontáneos en el 20% de los casos. Se caracteriza por una erupción en la piel, la inflamación de las glándulas y, especialmente en los adultos, dolores en las articulaciones. Por lo general la erupción en la piel dura unos tres días y puede presentarse acompañada de una ligera fiebre. Hasta la mitad de las personas afectadas no presenta ningún síntoma en absoluto.

Diagnostico

El diagnóstico de la rubeola es difícil ya que las erupciones en la piel suelen ser poco intensas y de escasa duración. No obstante, se puede conocer mediante un análisis de sangre (serología) si la persona ya ha padecido la enfermedad y por tanto es inmune. Uno de los principales exámenes de laboratorio que se realizan son IgM e IgG. y la prueba del hemograma y células E positivas.

Tratamiento

No existe un tratamiento específico para la rubeola. La actuación de los especialistas durante la enfermedad suele centrarse en el control de los síntomas y va dirigida a mitigar la fiebre y el malestar general, como si se tratara de un proceso gripal. Se recomienda reposo y el aislamiento del paciente para evitar nuevos contagios. Hay que acudir al pediatra si el niño con rubeola respira con dificultad o la tos dura más de cuatro o cinco días. Se administran antibióticos en caso de infecciones bacterianas (otitis o neumonía).
Normalmente, los síntomas son tratados con paracetamol hasta que la enfermedad termina por desaparecer. Sin embargo, no hay tratamientos disponibles para la rubeola congénita.

Prevención

La vacuna triple vírica (MMR), que protege frente a la rubeola, el sarampión y las paperas, se muestra eficaz y segura en casi la totalidad de las personas a las que se le administra. La cantidad de casos ha disminuido desde que se desarrolló una vacuna en 1969, pero la disminución de la cantidad de personas que tomaron la vacuna MMR (por ejemplo, en países como el Reino Unido), dan lugar a un posible aumento en la incidencia de la enfermedad. Es una vacuna combinada que se recomienda en la niñez. Es aconsejable administrar la primera dosis cuando el niño cumple 15 meses, en alguno países se inicia la inmunización a los 12 meses de edad, aunque en algunos casos no proporciona la inmunidad adecuada, por lo que se suele facilitar una segunda dosis antes de la escolarización (entre los cuatro y los seis años) o antes de la adolescencia (entre los once y los trece años). En cualquier caso, también se recomienda la vacunación en personas adultas que no recibieron la inmunización durante la infancia.

Síntomas


En los niños, por lo general la enfermedad es leve, con síntomas que incluyen erupción cutánea, fiebre poco intensa (<39 °C), náuseas y conjuntivitis leve. El exantema, que se observa en el 50% al 80% de los casos, habitualmente comienza en la cara y el cuello antes de progresar hacia los pies, y permanece de 1 a 3 días. La inflamación de los ganglios linfáticos en la parte posterior de las orejas y el cuello es la característica clínica más saliente. Los adultos infectados, con mayor frecuencia mujeres, pueden padecer artritis y dolores articulares, por lo general de 3 a 10 días.
Una vez que se contrae la infección, el virus de disemina por todo el organismo en aproximadamente 5 o 7 días. Habitualmente, los síntomas aparecen de dos a tres semanas después de la exposición. El periodo más contagioso por lo general es de 1 a 5 días después de la aparición del exantema.
Cuando el virus de la rubeola infecta a una mujer embarazada en las primeras etapas del embarazo, la probabilidad de que la mujer transmita el virus al feto es del 90%. Esto puede provocar aborto espontáneo, nacimiento muerto o defectos congénitos graves en la forma del síndrome de rubeola congénita. Los lactantes con el síndrome de rubeola congénita pueden excretar el virus durante un año o más.

Vacunación
 La vacuna contra la rubeola contiene una cepa de virus vivo atenuado que se ha utilizado durante más de 40 años. Una sola dosis de vacuna confiere un nivel de inmunidad a largo plazo superior al 95%, que es similar al que genera la infección natural.
Las vacunas contra la rubeola están disponibles en preparaciones monovalentes (vacuna dirigida solo a un patógeno) o, más frecuentemente, en combinación con otras vacunas, como las vacunas combinadas contra el sarampión y la rubeola, contra el sarampión, la parotiditis y la rubeola o contra la rubeola, el sarampión, la parotiditis y la varicela.
Las reacciones adversas a la vacuna por lo general son leves. Pueden consistir en dolor y enrojecimiento en el sitio de la inyección, fiebre leve, exantema y dolores musculares. En las campañas masivas de vacunación en la Región de las Américas, que abarcaron a más de 250 millones de adolescentes y adultos, no se detectaron reacciones adversas graves asociadas con la vacuna.